El dilema de Kicillof frente al delicado momento de Cristina Kirchner

Axel Kicillof sostiene su agenda política y es cuestionado por el kirchnerismo duro frente a la delicada situación judicial y política de CFK.

Buenos AiresREDACCIÓN 4LREDACCIÓN 4L
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La hipótesis sobre la inminente publicación de un fallo condenatorio de la Corte Suprema contra Cristina Kirchner volvió a sacudir al peronismo. Y las olas, parecidas a las de un tsunami, golpean con fuerza en La Plata, poniendo en alerta a Axel Kicillof y a su construcción política.

El capítulo de la interna peronista que se escribió durante la primera mitad de este lunes giró en torno a una pregunta tan simple como incómoda: ¿asistirá o no el gobernador bonaerense a la conmemoración del Día de la Resistencia Peronista en la sede del PJ Nacional?

No se trata de una cuestión meramente protocolar. En esa definición se jugaba mucho más: Kicillof quedó atrapado entre mantener una agenda de altísimo voltaje político junto a intendentes que llegarán desde todos los rincones de la provincia para empezar a definir la estrategia electoral, o asistir —en calidad de convidado, o ni siquiera eso— al acto que los sectores que lo cuestionan organizan en respaldo a la presidenta del PJ Nacional.

Los datos de la rosca no son menores. La reunión del MDF estaba agendada desde hace varios días para hoy a las 15. El acto por Cristina, en cambio, se convocó de urgencia menos de 24 horas antes y se fijó para las 16. Era evidente que alguien quedaría expuesto.

Kicillof tenía entonces que elegir entre dos caminos: sostener su autonomía política en medio de una interna que lo tiene cada vez más consolidado, o aceptar “ir al pie” en el peor momento político de CFK. Salomónico, optó por la tercera vía: enviar una delegación en su nombre. Representarán al gobernador Victoria Montenegro, Daniel Gollan, Hugo Yasky, Adrián Graña y Juan Marino. La movida no cayó bien ni de un lado ni del otro.

La decisión probablemente vuelva a tensar una unidad que, al menos en lo formal, había empezado a recomponerse la semana pasada, cuando se reanudaron las conversaciones entre Cristina y Axel tras varios meses sin diálogo. Primero con un llamado telefónico y luego con un cara a cara que entusiasmó a la militancia, siempre atenta a leer guiños en cada foto, reunión o posteo, y que sigue sin terminar de entender los códigos de esta interna.

El fastidio se hizo sentir rápido. “Siempre hay algo que hacer”, se quejó, visiblemente molesta, una intendenta muy cercana a Cristina cuando Kicillof confirmó su ausencia en Matheu. “Nadie necesita invitación para ir a bancar a CFK”, deslizaron otros con tono admonitorio. Tal vez a eso apuntó Oscar Parrilli cuando aclaró públicamente que el gobernador no estaba invitado al acto.

Pero en la otra trinchera tampoco hubo alivio. “Pusieron el acto a la hora en la que, sabían, nos reunimos nosotros”, se embroncó un intendente mientras viajaba a La Plata. Otros incluso se animaron a abonar la teoría de una “fake sentencia”: una maniobra sofisticada que permitiría a Cristina Kirchner sostener su centralidad justo cuando la construcción política de Kicillof empieza a consolidarse como un desafío real, no solo discursivo.

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