La reciente movida política de Javier Milei ha generado un revuelo considerable en el escenario político argentino. Al entregar el manejo de los terrenos ferroviarios a Miguel Pichetto y Florencio Randazzo, Milei busca obtener el apoyo necesario para la aprobación de la ley ómnibus.
La renuncia de Alejo Maxit a la presidencia de Aysa y su nombramiento como presidente de Trenes Argentinos Infraestructura es interpretada como un paso hacia la privatización de la empresa de agua. Esta acción, además, libera un cargo político codiciado, especialmente por Randazzo, quien ha tenido un papel destacado en el área ferroviaria durante su gestión como ministro.
Con la salida de Maxit, Marcelo David Krajzelman, el actual vicepresidente, asume la presidencia de la administración de los terrenos ferroviarios, respondiendo directamente a Randazzo.
Además, Milei ha cedido a Pichetto y Randazzo la Dirección General de Administración de la Adif, lo que les otorga un importante control sobre los terrenos ferroviarios, objeto de interés para diversos actores, incluyendo empresarios inmobiliarios y figuras políticas como Eduardo Elsztain y Jorge Macri.
A cambio de esta concesión, Pichetto y Randazzo se han comprometido a respaldar la ley ómnibus en la Cámara de Diputados y a buscar alternativas para evitar que caiga el DNU que ha sido rechazado por el Senado y que el kirchnerismo busca derogar en la Cámara baja.
Sin embargo, la jugada de Milei ha generado divisiones en el bloque de Pichetto, especialmente con los socialistas que se han unido al kirchnerismo en contra del DNU. Por otro lado, los lilitos, que están en desacuerdo con el DNU, no fueron consultados en esta movida y es poco probable que cambien su postura.
En resumen, esta estrategia de Milei ha creado una serie de tensiones y alianzas cambiantes en el complejo entramado político argentino, con el objetivo de asegurar el apoyo necesario para sus iniciativas legislativas.