Lo que los números fríos y Milei no dicen

Con el IPC en un dígito pero el salario perdiendo y dólar y tarifas pisadas, la actividad se desplomó a dos dígitos altos y es la razón de la desaceleración

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La imagen, el contraste, es impactante y refleja casi a la perfección el modelo de Javier Milei y lo que posiblemente ocurrirá en el futuro: al mediodía de ayer, casi al mismo tiempo, mientras el Presidente inauguraba el busto de Carlos Menem en la Casa Rosada -el período democrático con mayor impacto negativo sobre la industria, desempleo de dos dígitos y, al mismo tiempo, el proceso de mayor desinflación con la ficción del 1 a 1- un grupo muy importante de pymes le rogaba desesperadamente al senador de UP, José Mayans, soluciones ante la intransigencia del gobierno para corregir el Régimen de Incentivos a la Generación de Ingresos (RIGI) y ocuparse de una recesión que está golpeando duramente a todo el sector empresarial. Una crisis que está llevando al límite el nivel de actividad y el empleo, y que pronto redundará en el cierre de empresas. 

Un rato después, por la tarde, el INDEC dio a conocer la cifra de inflación y el Gobierno celebró un número que se explica, sobre todo, por el desplome en la economía.

El organismo oficial reportó un 8,8 por ciento de inflación en abril, una baja considerable en comparación con el 11 por ciento del mes anterior y muy cerca del 8,3 por ciento de octubre de 2023, cuando la tendencia ya era ascendente y no descendente. Ese 8,8 por ciento, que lógicamente el Gobierno pondera -es la primera vez que alcanza un solo dígito y la tendencia es a la baja-, sigue siendo una inflación récord para lo que va de su gestión y, sobre todo, para los niveles de contracción económica actuales: si se toman los últimos 4 meses, la inflación alcanza el 65 por ciento, y llega al 100 por ciento si se incluye diciembre, con un IPC del 25 por ciento tras la devaluación generada por Milei. En los últimos 12 meses, la inflación acumuló un 289,4 por ciento, muy por encima de la gestión de Alberto Fernández.

Hasta aquí los números fríos, que el Gobierno interpreta como producto de su plan económico y, sobre todo, del ajuste fiscal. Pero como la inflación no opera en el vacío, la explicación de la moderación de precios requiere contexto y un análisis serio de los métodos para alcanzarla. El eje más importante para entender lo que está sucediendo es que mientras el IPC avanza hacia un solo dígito, la caída de la actividad se desploma a dos dígitos en todos los rubros. Esto fue un efecto buscado por el Gobierno, que decidió mantener congelado el Salario Mínimo, ajustar las jubilaciones y los sueldos estatales, y al mismo tiempo, liberar todos los precios de la economía al mismo tiempo. Por todo esto, hoy el regulador de los precios y lo que no permite ver la desinflación en el bolsillo es que nadie está comprando nada. Este diagnóstico es el que comparten los empresarios, quienes mientras Milei celebra el IPC no saben cómo vender algo, ni siquiera un poco.

La inflación, en contexto

En abril, según cifras a las que accedió Página 12 de cada sector, el consumo masivo, la industria y la construcción cayeron muy fuerte a dos dígitos, siendo los sectores que representan casi el 9 por ciento del PBI. Algunos ejemplos puntuales de cómo la recesión condicionó el gasto y reguló los precios: la venta de gaseosas cayó un 30 por ciento, la de cerveza un 40, los electrodomésticos un 50, los aceites bajaron un 54 por ciento, la carne casi 20 puntos y el pescado un 45. Un dato curioso: el tercer producto más vendido en el Hot Sale de Mercado Libre, que comenzó el lunes, fue el jabón para lavar la ropa. Tan fuerte es el precio que paga la actividad por la prisa del ministro Luis Caputo por darle a Milei una inflación muy baja, que esa moderación de precios no se traduce en un aumento de las ventas: en abril, los supermercados registraron un alza de entre 2 y 3 puntos en el precio de los productos de la canasta básica, y las ventas cayeron entre un 12 y un 14 por ciento. Es evidente, no hay dinero.

En este punto, el programa de Milei-Caputo comienza a tener serias contradicciones: si la baja de precios está ligada a la recesión, los salarios y jubilaciones pisados, el dólar fijo y los precios regulados pospuestos, ¿cómo puede haber una recuperación en "V"? Y, si ocurre, ¿cómo evitaría Milei que los precios vuelvan a subir? Un empresario alimenticio que habló con este diario señaló, con bastante lógica, que "la política de desinflación de Milei es bastante populista y, tal vez, la medida más a corto plazo y menos sostenible del programa". En general, los empresarios opinan que si bien el ajuste fiscal afecta a los salarios públicos, las jubilaciones y la eliminación de subsidios, el corazón del ajuste es la crisis de actividad por la liberación de precios. Un dato que ilustra esta situación de manera gráfica: en abril, una familia tipo necesitó más de 370 mil pesos para no ser indigente y más de 828 mil para no ser pobre. Hoy, un Salario Mínimo -que marca el límite para los sueldos de la informalidad- son 234 mil pesos y el salario promedio registrado es de 555 mil pesos. No hay dinero.

Los problemas de la desregulación

Ahora bien, ¿por qué, si el rubro Alimentos, que tiene un gran peso en el IPC, quedó por debajo del índice general en abril, el consumo no se recupera? Esta es la pregunta que el Gobierno no responde, pero los empresarios sí. Los supermercados y proveedores agrupados en la cámara Copal realizan un cálculo sencillo. La canasta de una familia incluye todos los bienes y servicios que el Gobierno liberó simultáneamente. Si el precio de un paquete de fideos bajó de 5000 a 4500 pesos, ese impacto no se nota, en primer lugar, porque ese descenso proviene de un precio ya muy alto y

, sobre todo, porque las prepagas, las escuelas privadas, la nafta, los peajes y los aumentos de tarifas (aún incompletos) en la energía y el agua vaciaron los bolsillos. Todos estos servicios, además, tienen un costo nominal muy alto, es decir, son todos gastos mensuales muy elevados que no permiten ni el ahorro familiar ni la derivación de excedentes al consumo masivo. Por lo tanto, los precios bajan naturalmente porque los fideos no se venden, literalmente.

Un último dato de contexto muy relevante y que los economistas comienzan a ver como un problema. Hace unos días, CEPAL, organismo dependiente de las Naciones Unidas, pronosticó que Argentina sería uno de los dos países de América Latina y el Caribe que registrarían caídas en el PBI (-3,1%). El otro país es Haití, el más pobre de la región, que caería un 2,1 por ciento. Con estos números de actividad, tomados por Milei como la clave para reducir la inflación, las consultoras ya consideran que la predicción es demasiado optimista, y que el PBI podría caer entre un 5 y un 6 por ciento este año. Es demasiado caro mantener los precios más bajos.

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