Los mosquitos siguen causando molestias en gran parte del país, a pesar de la notable baja en las temperaturas. Una visita a un parque basta para evidenciar una situación sin precedentes, ni siquiera registrada por los grupos dedicados a estudiar el comportamiento de estos insectos. Las abundantes lluvias al final del verano y principio del otoño han prolongado el nacimiento de mosquitos que resisten a las bajas temperaturas, aunque se aclara que su tiempo es limitado.
“Es bastante inusual lo que está sucediendo. Desde diciembre, hemos observado una gran abundancia de este mosquito en los parques, conocido como el mosquito de la inundación, que es más silvestre. Esto se debe a una situación climática particular, ya que los mosquitos se crían en charcos temporales que se forman después de lluvias muy abundantes”, explicó Sylvia Fischer, investigadora principal del Conicet y directora del Grupo de Estudio de Mosquitos de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
El monitoreo del mosquito Aedes albifasciatus en la Ciudad de Buenos Aires ha estado en curso durante 20 años. Fischer aseguró que han observado “muchas veces picos altos de abundancia” de estos mosquitos, pero en períodos cortos a principios de la primavera o el otoño, o al final de esta última estación. Sin embargo, no tienen registros similares al panorama actual: una gran cantidad de mosquitos durante tanto tiempo.
La repetición de lluvias, explicó Fischer, ha generado los charcos necesarios para el desarrollo de estos insectos: “Venimos de una sequía de tres años. Cuando comenzó a llover, se generaron varias camadas de estos mosquitos con cada lluvia consecutiva. Fue un proceso acumulativo posible gracias a la cantidad de lluvias intensas en los últimos seis meses”.
Año atípico
La investigadora resaltó que la mayor cantidad de mosquitos no se da en un año normal, sino que es el resultado de una cadena de situaciones atípicas.
“Ahora tenemos una abundancia alta, atípica para esta época. Pero todo el año ha sido inusual para esta región: varios años de sequía seguidos por una gran cantidad de lluvias en poco tiempo”, explicó.
Comportamiento modificado
Fischer también destacó que este mosquito es propio de la región pampeana, la cual reúne condiciones propicias para su desarrollo: “Históricamente, este mosquito tenía una alta abundancia en la región pampeana, que suele tener muchas depresiones en el terreno que se secan y se inundan temporalmente. La topografía de nuestra región es adecuada para que esto ocurra”.
Estos mosquitos tienen buena tolerancia a las bajas temperaturas y se encuentran en zonas de clima templado y frío. “Incluso en Ushuaia se ha visto esta especie en altas abundancias”, ejemplificó.
Aunque el frío no los mata, sí altera sus procesos biológicos. Los mosquitos se vuelven más lentos: “La capacidad de vuelo depende de la temperatura. Cuando hace frío, se aletargan y, aunque se ven muchos, casi ninguno pica”.
“Este mosquito es más torpe y tiene menor capacidad para escapar que los mosquitos habituales. Al ser más silvestre y su fuente habitual de sangre ser animales y no humanos, no tiene buenas adaptaciones para escapar fácilmente”, explicó.
Fischer concluyó que los mosquitos “no deberían durar mucho más” y que “hay ejemplares que viven mucho tiempo”: “Se mueren a las pocas semanas. Deberíamos empezar a ver una disminución en las abundancias a medida que pasen los días”.
“Si se mantiene esta temperatura, aunque llueva mucho, el tiempo que les lleva su desarrollo evitará otro pico de abundancia”, finalizó.