Voltear o sostener, el caldo de cultivo para un estallido en la Provincia

Buenos Aires..
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Previo a ponerse la banda presidencial, Javier Milei ya había elegido a Axel Kicillof como su antítesis. A seis meses de Gobierno, el Presidente y el Gobernador ya no tienen disimulo en disimular su enemistad, sin embargo las condiciones de juego impuestas por Milei repercuten directamente en la Provincia.

Como señaló La Tecla en su última edición,  el juego de sacar piezas para ver quién cae primero encierra la contradicción de que ambos necesitan el uno del otro para mantenerse en pie. No hay posibilidades de sostenerse en el sillón de Rivadavia si la provincia de Buenos Aires explota, y no habría para el peronismo chances concretas de volver al poder en lo inmediato en caso de un traspié institucional de Milei.

 
 
En este contexto, lo económico y lo político operan en simultáneo para sostener la contienda discursiva y la confrontación de modelos. En el primer aspecto, Milei busca disciplinar con un ajuste brutal que ahoga a las provincias, y Buenos Aires resulta la más perjudicada. “Como dijo Kicillof, el Gobierno Nacional está llevando adelante un plan sistemático de asfixia sobre el pueblo de la Provincia”, se quejó en las redes sociales el ministro de Economía bonaerense, Pablo López. También subrayó que “el ajuste es un círculo vicioso, porque destruye el desempeño tributario”. El nulo envío de recursos por fuera de los obligados por coparticipación y la retracción en la actividad económica, que se traduce en la baja de recaudación, son demasiado para una jurisdicción siempre necesitada de dinero.

Sin embargo, el Ejecutivo provincial hace esfuerzos por no seguir discontinuado planes ya arraigados en el imaginario social, como debió hacer, por ejemplo, con el subsidio para viaje de egresados; aplica herramientas que le permiten un flujo de financiamiento que no poseía años atrás; y mantiene obras públicas, debido a un cronograma de desembolsos ya acordado con los organismos multilaterales. 

¿Corre algún riesgo el pago de salarios? 

En el Gobierno aseguran que por el momento no, aunque tampoco niegan que con este ritmo de ahorcamiento financiero las cosas puedan complicarse, sobre todo cuando hay por delante un importante vencimiento de deuda en septiembre, que representa casi un aguinaldo más. Para hacer frente a ese compromiso, Kicillof necesitará de la buena voluntad de Milei.

El default o la imposibilidad de poder pagar los sueldos en alguna oportunidad serían un golpe tremendo para el mandatario bonaerense, pero también lo serían para el Jefe de Estado. Es imposible imaginar una Provincia explotada sin un impacto letal para la administración nacional. 

Empleo en picada

En el marco de los reclamos que viene motorizando la Provincia producto de los recortes de Nación, el ministro de Economía bonaerense, Pablo López, alertó las consecuencias de la gestión libertaria en el empleo. “Los datos adelantados de empleo continúan señalando la profundidad de la recesión. En abril, se estima que se perdieron +27.500 puestos formales en el sector privado nacional en relación a marzo”, apuntó el funcionario de Axel Kicillof.

 

Según López, de 16 sectores medidos 11 representaron perdidas.

En esa línea, el ministro de Kicillof aseguró que “con 37.000 puestos destruidos, la PBA es la más perjudicada: explica el 39% de la caída general”, y advirtió que “incluyendo al sector público, la caída escala a 117.000 puestos registrados”.

Una olla a presión

Al margen del recorte de fondos, Milei utiliza otro frente para desequilibrar a Kicillof; el desmantelamiento de organismos nacionales. Como ha sucedido desde el inicio de la gestión del Presidente, la eterna búsqueda del equilibrio fiscal empuja a la baja de persianas de entes claves para el sostén de la población bonaerense.

Hace una semana, ante empresarios el presidente Javier Milei anunció que se vienen “50 mil despidos más” en el Estado, que se sumarían a los que se vienen sucediendo desde el 10 de diciembre a esta parte. Así, tal como ocurrió en el Correo Argentino, los CDR o las oficinas de ANSES, la medida implica el cierre de oficinas, el despido de un centenar de trabajadores y un disparo al corazón territorial de una política pública que atiende a los sectores más vulnerables de la sociedad.

En este sentido, se añade un nuevo elemento al delicado ecosistema de la Provincia; el descontento social.

Por ejemplo, cerrados los 44 CAJ de la Provincia con todas sus dependencias, las miles de denuncias tramitadas por año en los centros no tendrían otro lugar al que ir más que a los juzgados, las fiscalías, las defensorías y los municipios. Lo que, como sospechan sus trabajadores, augura atacar por dos flancos a la gestión del gobernador Axel Kicillof. 

Por un lado, el agolpamiento de miles de trámites que la gente resolvía desde 2008 en otra dependencia. Y por otro, la desconexión física y la pérdida de la gratuidad es el caldo de cultivo perfecto para que el descontento social ebullicione e impacte directamente en la gestión de Axel Kicillof.

Enemigos en el terreno económico y político, Javier Milei y Axel Kicillof juegan a tirar de la cuerda para ver quien tropieza primero, pero ambos necesitan que la estructura cruja sin que se rompa, porque ahí pierden los dos.

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