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Las bajas temperaturas exigen una mayor atención a la piel, que es la primera barrera de defensa del cuerpo.
Interés generalDurante una ola polar la piel sufre las inclemencias del frío, ya que, el rostro, las manos y los labios son las zonas más expuestas y por eso tienden a resecarse, enrojecerse o agrietarse con mayor facilidad. Entender cómo responde la piel a las bajas temperaturas es clave para prevenir molestias y evitar que se agraven problemas dermatológicos preexistentes.
“El invierno trae consigo un combo de factores que impactan en la salud de la piel: la vasoconstricción disminuye el flujo de oxígeno y nutrientes, y la calefacción reseca el aire de los ambientes, generando una pérdida de humedad en la epidermis”, explica la Dra. Andrea Pascual, Dermatóloga del Centró Médico de la Comunidad Mendoza (M.P. 6.866).
Además de incorporar ciertos cuidados en la rutina diaria, es importante prestar atención a las señales que da la piel. Si aparecen grietas, enrojecimiento persistente, picazón o descamación, lo ideal es consultar con un especialista para evitar complicaciones o el agravamiento de afecciones preexistentes, como dermatitis o rosácea.
La constancia es fundamental y, así como en verano usamos protector solar casi sin pensarlo, en invierno también deberíamos adoptar hábitos que refuercen la salud cutánea. Una piel bien cuidada no solo luce mejor, sino que también protege mejor al cuerpo frente a las agresiones externas.
Entre las principales consecuencias del frío extremo se encuentran la sequedad, la tirantez, el enrojecimiento, la picazón y, en algunos casos, grietas e irritaciones. Para prevenirlas, es recomendable incorporar los siguientes hábitos a la rutina diaria:
Hidratación por dentro y por fuera: tomar suficiente agua durante el día y aplicar cremas hidratantes por la mañana y por la noche, e, incluso, más seguido si la piel lo necesita.
Limpieza suave: usar productos hipoalergénicos y evitar jabones que puedan alterar la barrera cutánea natural.
Protección solar todo el año: aunque no haya sol, los rayos UV siguen presentes y pueden dañar la piel. Es importante usar protector incluso en invierno.
Labios protegidos: al ser una de las zonas más sensibles, es fundamental hidratarlos varias veces al día con bálsamos específicos.
Cuidado con el calor directo: evitar el contacto inmediato con estufas, radiadores o duchas muy calientes, ya que los contrastes térmicos pueden dañar la piel.
Humedad en casa: utilizar humidificadores ayuda a mantener el ambiente equilibrado y a prevenir la sequedad provocada por la calefacción.
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