La primera semana de abril trajo consigo un marcado descenso en la inflación de los alimentos, con un aumento de apenas el 0,4%, según datos de la consultora LCG. Este registro representa el menor incremento desde julio del año pasado, reflejando una poderosa desaceleración en los aumentos de precios en este sector.
En las últimas mediciones, la inflación se ha mantenido por debajo del 1% cada semana, con un promedio de solo el 8,5% en las últimas cuatro semanas para el rubro alimenticio en su conjunto. Sin embargo, destaca un rubro en particular que desafía este patrón de desinflación: los lácteos, cuyos precios han aumentado notablemente por encima del promedio, con un incremento del 16,2% en las últimas cuatro semanas.
A pesar de esta tendencia general a la baja, los lácteos representan un obstáculo para los objetivos de desinflación del gobierno, ya que sus precios continúan en alza. Sin embargo, el inicio de abril trajo buenas noticias para el ministro de Economía, con algunas empresas líderes del sector de alimentos marcando una estabilidad total en los precios e incluso implementando rebajas en sus productos.
Estas rebajas, que podrían interpretarse como señales de una situación de deflación, están siendo implementadas por empresas que abastecen productos básicos de la canasta familiar. No obstante, esta aparente estabilidad de precios contrasta con una caída en el volumen de ventas, especialmente en productos de mayor rotación en los supermercados.
Desde fideos hasta arroz, se observa una disminución del 7% al 10% en las ventas de estos artículos, mientras que productos más elaborados registran bajas aún más pronunciadas, llegando al 30% interanual en algunos casos. Esta tendencia se ve reflejada también en productos de mayor valor, como snacks y congelados, que experimentan una caída del 50% en sus ventas.
A pesar de las rebajas implementadas por algunas empresas líderes, el panorama del consumo sigue siendo desafiante, con una marcada disminución en las ventas en comparación con el año anterior. En este contexto, el sector supermercadista enfrenta el desafío de adaptarse a las nuevas condiciones del mercado y mantener su competitividad en un entorno económico complejo.