Cristina Kirchner lleva semanas considerando que es hora de poner fin al período de autocrítica dentro de la coalición peronista. En su opinión, la derrota electoral ya es cosa del pasado y no es productivo seguir removiendo lo que ya quedó atrás, especialmente en un país tan dinámico políticamente como Argentina.
Desde la publicación de su documento el 14 de febrero, donde criticó la gestión económica del gobierno de Javier Milei, la ex vicepresidenta ha enfatizado la necesidad de adoptar una mirada más propositiva y construir alianzas estratégicas en el Congreso para contrarrestar las políticas de ajuste implementadas por el actual gobierno.
Para Cristina Kirchner, es esencial que el peronismo debata una agenda nueva que incluya reformas tributarias, laborales y del sistema de salud, adoptando una postura más flexible y pragmática en lugar de estar impulsada por la ideología.
En el corto plazo, su objetivo es revertir los decretos de necesidad y urgencia (DNU) del gobierno de Milei, buscando alianzas con sectores de la oposición dialoguista. Además, busca mostrar al peronismo como una fuerza capaz de negociar y defender los intereses de la clase media, que según ella está sufriendo las consecuencias de las políticas del gobierno actual.
Sin embargo, aunque Cristina Kirchner y su círculo más cercano quieren dejar atrás la autocrítica y centrarse en el futuro, reconocen que la interna política del peronismo durante los últimos años no debe repetirse. Es necesario evitar conflictos internos y mirar hacia adelante para mantener la unidad dentro del partido.
La ex vicepresidenta sigue manteniendo un diálogo activo con distintos sectores del peronismo, incluyendo al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, y Sergio Massa, con el objetivo de mantener la unidad y enfrentar al gobierno de Milei desde la oposición.
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